dijous, 29 de setembre del 2011

BATALLONES DISCIPLINARIOS (ESCLAVOS DEL FRANQUISMO) MEMORIAS DE JOSÉ BARAJAS





Este libro es el trabajo de recopilación de las vivencias  de José Barajas Galiano, esclavo del franquismo, y de su esposa, Elena Díaz. Un libro de muchas conversaciones con los protagonistas, palabras recogidas y plasmadas con total fidelidad respetando el lenguaje coloquial y cercano que hace de éste un documento entrañable y clarificador que a pesar de la dureza de lo relatado consigue despertar una sonrisa en más de una ocasión por la sinceridad y sencillez con la que cuentan la verdad que tanto silenciaron. Este libro existe por el esfuerzo, el cariño y el respeto de sus transcriptores, David Lora Barajas y Mª Carmen López Álvarez, y por la colaboración inestimable de Fernando Mendiola, profesor de la Universidad Pública de Navarra, historiador y miembro de la asociación Memoriaren Bideak, que tanto ha hecho por descubrir la historia de los esclavos del franquismo, tan olvidada y desconocida.

Introducción de Fernando Mendiola.

Este libro forma parte también de este proyecto. Es una autobiografía que nos vale para conocer la historia de dos personas, José Barajas y Elena Díaz, que trabajaron por poder vivir de otra manera más justa y libre, al margen de la Iglesia. José, además, militó desde antes de la guerra en las Juventudes Socialistas Unifi cadas, intentando poner en práctica diferentes medidas sociales en su pueblo natal, Huelma (Jaén). Y claro está, por todo ello fueron castigados. (...)

Se ha señalado en más de una ocasión que la guerra no terminó en 1939, y eso es especialmente cierto para provincias como Jaén, que en su gran parte no cayó bajo dominio fascista hasta el mes de marzo de ese año. En otros lugares las tropas rebeldes habían aplicado desde el primer momento una fuerte política represiva, pero en el caso de Jaén todavía tenían mucho trabajo por hacer en su afán por purificar España. (...)

Se puede hablar de por lo menos 2.414 personas jiennenses fusiladas o fallecidas por la acción represiva franquista en la misma provincia, la mayor parte de ellas en los años de posguerra, a los que hay que añadir los 241 muertos a consecuencia de las condiciones de cárceles de otras provincias o los 143 exterminados en los campos de concentración nazis, entre ellos Sebastián Martínez García y Fausto Díaz Morales, también naturales de Huelma, como José Barajas. Estamos hablando, por lo tanto, de unas 3.000 personas que fueron directamente eliminadas por la represión.

Batallones de esclavos

(..) se trata de sacar el máximo de beneficio económico del trabajo de los prisioneros, al tiempo que se les “reeduca” para que aprendan a vivir en la nueva España. Es decir, que olviden toda esa tradición de autoorganización y defensa de los derechos laborales que habían puesto en marcha en los últimos años, y que aprendieran a ser obedientes y sumisos. Conseguir esto no era tarea fácil, y para ello fueron necesarias unas durísimas condiciones de trabajo, una miseria cotidiana que se utilizaba para intentar doblegar a los prisioneros, y una férrea disciplina que llevaba conllevaba extenuantes castigos físicos, agresiones, y muerte por fusilamiento en algunos casos. (...)

(...) Sin embargo, el sistema fue mucho más amplio, y puso en marcha obras que beneficiaron a empresas y latifundistas que previamente habían apoyado el golpe de estado, como los latifundistas andaluces beneficiados por las obras del Canal de los Presos, como se llama popularmente al Canal del Bajo Guadalquivir. (...)

Como se puede apreciar, y se repite una y otra vez en el largo reglamento, se trata de sacar el máximo de benefi cio económico del trabajo de los prisioneros, al tiempo que se les “reeduca” para que aprendan a vivir en la nueva España. Es decir, que olviden toda esa tradición de autoorganización y defensa de los derechos laborales que habían puesto en marcha en los últimos años, y que aprendieran a ser obedientes y sumisos. Conseguir esto no era tarea fácil, y para ello fueron necesarias unas durísimas condiciones de trabajo, una miseria cotidiana que se utilizaba para intentar doblegar a los prisioneros, y una férrea disciplina que llevaba conllevaba extenuantes castigos físicos, agresiones, y muerte por fusilamiento en algunos casos. No me voy a extender en dar detalles, ya que el día a día de estos batallones aparece descrito con claridad en las páginas siguientes en boca de uno de sus protagonistas. 


La historia de José Barajas y Elena Díaz

Dedicamos este libro a nuestros hijos, nietos y biznietos, con cariño infinito. 
A todos aquellos que se quedaron por el camino y no han tenido nuestra suerte ni la posibilidad de contarlo.
A todos aquellos que fueron victimas: del exilio, de la tortura, de la humillación, de la explotación y persecución, del secuestro de sus ideas en las cárceles franquistas. Todas víctimas del silencio y la vergüenza.
A los voluntarios internacionales, que dejaron aquí sus ilusiones. 
A los desaparecidos, cuyo nombre quedó en el olvido. 
A los vilmente asesinados y a sus familiares.
A todos ellos, hombres y mujeres, por defender la libertad, la democracia y luchar contra el fascismo, fueran o no españoles. 
A su memoria.



Testimonio de José Barajas (extractos)

Ingresamos en el “Batallón disciplinario de soldados trabajadores nº 6”. Nos dieron un gorro en el que llevamos la puñetera “D” de desafectos durante todo el tiempo en el  que estuve preso. Ahora voy a hablar de lo que fueron los batallones, que es lo que yo quiero que se sepa. Allí fue peor que la guerra. En la guerra eras libre, y podías moverte. Al fin y al cabo, te defendías de los fascistas, y corrías, más o menos podías comer, tenías un objetivo, el de luchar por una causa pero allí, allí lo único que querían era ¡¡esclavizarnos y matarnos!! Esos no eran batallones de trabajadores, lo que éramos era esclavos y nada más. (...)

Al cabo de unos dias de colocarle la piedra, se le pusieron los hombros tan mal, que ya no se le veían los alambres, de lo hundidos que los llevaba en la carne. Le quitaron la piedra, porque tenía los brazos y la espalda tan hinchados que no podía trabajar. Lo de las piedras se lo hicieron a más compañeros, yo lo vi.
Era muy mala gente. Los escoltas y los sargentos no hablaban ni entre ellos. Fue la gente más mala que Franco tenía, y los envió a los batallones para matarnos. Si nos veían coger hierbas y comerlas, nos pegaban patadas con aquellas botas, y golpes con palos. Muchos palos, muchos. Nos pegaban por cualquier cosa, pero a lo duro, a muerte. Cada vez que me acuerdo…murieron muchos compañeros, muchos. 

Me acuerdo de un compañero alto y muy recio, muy fuerte, que se fue consumiendo poco a poco, poco 
a poco, hasta que se fue quedando sin vida. Tenía dos hermanas y como supieron que estaba muy mal, fueron a verlo pero no las dejaron entrar, se fueron llorando.

Yo me libré, afortunadamente de milagro y por suerte, ni más ni menos ,así que digo, ¡que se joda Franco que no me llevó por delante!.

Aquello era inhumano, y total nosotros no habíamos hecho nada, solo ir voluntarios a la guerra para defender a la República, que era el gobierno legal, elegido por el pueblo en unas elecciones democráticas, esto tiene que quedar bien claro. Ellos fueron los que dieron el golpe de estado. Ellos iban en contra de la mayoría. Nosotros defendíamos la legalidad.

Testimonio de Elena Díaz

Hoy se tiene que saber lo que pasó, para que no vuelva a pasar, porque hay mucha gente totalmente ignorante en el tema, porque un día, hablando con uno de aquí, me dijo, que con todos estos documentales que están dando, los testimonios, desenterrar a los que están en las fosas, lo que quieren es liar otra vez una guerra…Uyyy lo que me dijo.

Le contesté:”que está usted diciendo, yo no quiero una guerra. Mi marido ya no podría ir, pero mis hijos y mis nietos, sí, y yo guerra no quiero ni una más, así que, si usted no quiere que se sepa lo que hicieron los fascistas, es que usted ES UN FASCISTA”.

Ya no lo he vuelto a ver más. Ahora no consiento que nadie defienda el fascismo, y no me callo.

Artículo de El País sobre José Barajas Galiano




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